Hacer compost casero va más allá de una tarea de jardinería. Es una práctica sencilla que necesita una mezcla correcta de materiales orgánicos, paciencia y algo de conocimiento sobre el equilibrio natural. La idea es convertir los restos orgánicos de cada día en un abono natural rico en nutrientes, que mejora la tierra y ayuda a que las plantas crezcan fuertes, sin usar productos químicos.
Este método antiguo de reciclaje natural reduce la basura que tiramos y mejora el suelo de jardines y huertos. Es fácil de aplicar, sostenible y nos acerca a la naturaleza. También promueve un consumo responsable y apoya la economía circular. Desde el Bokashi japonés hasta el vermicompostaje, hay muchas formas de hacerlo. Aquí aprenderás cómo crear tu propio “oro negro” en casa.
¿Qué es el compost casero y para qué se utiliza?
El compost casero es el resultado de la descomposición controlada de materia orgánica. Se forma gracias a bacterias, hongos y lombrices que actúan sobre los restos, hasta quedar como un material oscuro, con aspecto de tierra suelta y olor a bosque húmedo. Este fertilizante orgánico aporta muchos nutrientes sin contaminar con químicos.
Su uso principal es mejorar la fertilidad y la estructura del suelo. Al añadir compost, aportamos nutrientes y aumentamos la capacidad del terreno para retener agua, algo muy útil en suelos secos, lo que reduce el riego. También ayuda a recuperar suelos pobres, los vuelve más productivos y fortalece a las plantas frente a plagas y enfermedades.
Materiales orgánicos aptos para compostar
Casi cualquier material orgánico biodegradable puede convertirse en compost, pero conviene elegir bien para que el proceso sea rápido y sin problemas. Los restos se agrupan en dos tipos: “verdes” o húmedos (ricos en nitrógeno) y “marrones” o secos (ricos en carbono). Mantener el equilibrio entre ambos es la base de un buen compost.
Entre los materiales aptos hay muchos residuos del día a día. Las cáscaras de huevo, las peladuras de frutas y verduras, los posos de café y té y los restos de césped son buenos “verdes”. Las ramitas, la paja, las hojas secas, el serrín y los cartones sin tintas son “marrones”. También sirven flores secas, restos de setos, virutas de madera y cáscaras de frutos secos. Trocea siempre los restos para acelerar la descomposición y usa materiales sin tóxicos si quieres un compost orgánico.

Beneficios ambientales y para el suelo
El compost casero ayuda más allá del jardín. Reduce mucho los residuos que acaban en vertederos y apoya el movimiento “zero waste”. Al separar los restos orgánicos, bajan las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero que aparece cuando la materia se descompone sin oxígeno. Con esto, disminuye la huella de carbono y mejora la calidad del aire.
Para el suelo, el compost es muy útil. Evita el uso de fertilizantes y pesticidas químicos, baja la contaminación y frena la erosión. Al mejorar la estructura del suelo, favorece el drenaje y la aireación, creando un ambiente bueno para las raíces y la vida microbiana. Además, un suelo con compost resiste mejor la sequía y los cambios de temperatura, y rinde más con el tiempo.
Ventajas de preparar compost en casa
Hacer compost en casa aporta muchas ventajas para el hogar, el jardín y el planeta. Es práctico, educativo y muy gratificante. No es solo para obtener abono; también te permite participar en un ciclo natural que nos beneficia a todos.
Reduce la basura, apoya una agricultura más responsable y es una forma fácil de conectar con la naturaleza. También es una buena manera de enseñar a niños y niñas el valor del reciclaje y del cuidado del medio ambiente, convirtiendo los desechos en vida.
Reduce residuos domésticos
Una ventaja clara del compostaje casero es la gran reducción de residuos. Hasta el 40% de la basura del hogar es materia orgánica. Al compostarla, evitamos que llegue al vertedero y la convertimos en un recurso útil. Esto baja el volumen de basura y también el impacto del transporte y tratamiento de residuos.
Además, al separar los restos orgánicos, a menudo usamos menos bolsas de plástico. Es un paso concreto hacia un estilo de vida más consciente y una economía circular, donde reaprovechamos en lugar de tirar.
Mejora la calidad del suelo en huertos y jardines
El compost es el mejor aliado del jardín y el huerto. Aporta materia orgánica que actúa como acondicionador natural. El suelo queda más suelto y con mejor estructura, lo que ayuda a las raíces y al intercambio de gases. Mejora el drenaje y, al mismo tiempo, retiene mejor el agua en épocas de sequía.
También añade microorganismos beneficiosos que liberan nutrientes poco a poco, dando a las plantas una alimentación equilibrada. Un suelo vivo y activo es un suelo fértil, capaz de producir frutas y verduras con sabor auténtico, como los productos ecológicos de calidad.
Ahorra en fertilizantes químicos
El compost casero es una alternativa barata y ecológica a los fertilizantes químicos. Al producir tu propio abono, dejas de comprar productos sintéticos que cuestan dinero y pueden dañar el medio ambiente a largo plazo. Muchos fertilizantes se filtran a aguas subterráneas, ríos y lagos, y alteran el equilibrio del suelo.
Con el compost, obtienes un fertilizante natural y gratuito que aporta los nutrientes que necesitan tus plantas. Ahorras dinero y cultivas de forma más responsable, usando un producto seguro para tus plantas, tu salud y el planeta.
Tipos de compostaje casero
No hay una única forma de hacer compost. Hay varios métodos con diferentes necesidades y ventajas, así que cualquiera puede encontrar uno que encaje con su espacio y tiempo disponible. La elección depende de tus circunstancias y gustos.
Desde el método tradicional hasta opciones más compactas, el compostaje ofrece soluciones para todos. Aquí verás las opciones más comunes para elegir la que mejor se ajuste a tu casa y convertir tus restos orgánicos en un abono útil.
Método | Espacio ideal | Tiempo aproximado | Puntos fuertes |
---|---|---|---|
Tradicional (pila o montón) | Jardín o terreno | 4-9 meses | Simple, gran capacidad |
Vermicompostaje | Interior o balcón | Rápido | Abono de alta calidad, sin olores si se maneja bien |
Bokashi | Pisos y espacios muy pequeños | 2 semanas de fermentación | Fermenta casi todo tipo de restos y produce líquido fertilizante |
Compostaje tradicional (pilas o montones)
Es el método más clásico y va bien si tienes jardín o terreno. Consiste en hacer una pila directamente sobre la tierra o usar un compostador abierto para mantenerla ordenada. La idea es combinar “verdes” y “marrones” en capas para tener buena aireación y equilibrio de nutrientes.
Coloca la pila en semisombra, protegida del sol directo, del viento y de lluvias fuertes. Remueve cada cierto tiempo para airear y mezclar; esto acelera la descomposición y evita malos olores. Mantén una humedad constante, sin encharcar.
Vermicompostaje: el uso de lombrices
El vermicompostaje usa lombrices para transformar los restos en humus de lombriz. Las más usadas son las lombrices rojas de California, que comen mucha materia orgánica vegetal.
Se necesita un vermicompostador con bandejas o niveles. Es más rápido que el método tradicional y produce un abono de gran calidad. Funciona bien en espacios pequeños, incluso dentro de casa, porque no huele si se maneja bien. Cuida a las lombrices del calor y del frío, y evita restos que les dañen, como muchos cítricos o cualquier carne y lácteos.
Compostaje con método Bokashi
El Bokashi, de origen japonés, es rápido y práctico para pisos. “Bokashi” significa “materia orgánica fermentada”. Usa salvado, melaza y microorganismos eficaces (EM) que aceleran la fermentación.
La fermentación ocurre en un cubo hermético, donde se pueden añadir casi todo tipo de restos, incluso carne y pescado (si hay dudas, se pueden evitar). En unas dos semanas, el material queda fermentado y listo para enterrarse en tierra, donde se descompone en 15 a 20 días. Además, genera un líquido muy nutritivo que puedes drenar y usar diluido para riego o para limpiar tuberías. Si se usa bien, no genera malos olores ni atrae insectos.
Compostaje en espacios pequeños o interiores
Si vives en ciudad, en piso o apartamento sin jardín, también puedes hacer compost. Hay sistemas pensados para balcones o interiores. Elige el método adecuado y sigue unas pautas simples para que todo sea limpio y fácil.
El miedo a los olores y a las plagas es normal, pero con una buena técnica y algo de atención no tiene por qué pasar. Compostar en casa o en el balcón reduce tu impacto ambiental y acerca la naturaleza al día a día.
Opciones de compostadores para pisos y balcones
Existen compostadores pensados para espacios pequeños. Los vermicompostadores son muy populares: ocupan poco, son limpios y eficientes. Sus varios niveles permiten a las lombrices procesar los restos de cocina y obtener humus de calidad. Muchos modelos son bonitos y se pueden tener en interior.
Otra buena opción es el cubo Bokashi. Al ser hermético y fermentar sin oxígeno, no desprende olores. Tras la fermentación, los restos se entierran en una maceta grande o caja con tierra en el balcón. También puedes construir un compostador con cubos de plástico de más de 20 litros, con agujeros de drenaje, o reciclar macetas grandes o cajas de fruta de madera. Lo importante es que circule el aire y que drene bien.
Consejos para evitar plagas y malos olores
La gestión cuidada y el equilibrio de materiales son la base. Evita añadir restos de carne, pescado, lácteos, aceites o comida cocinada, que atraen plagas y huelen mal. Con Bokashi sí puedes añadirlos, pero mantén el cubo bien sellado.
Mantén el equilibrio entre húmedos y secos. Si hay mucha humedad, aparecen olores; si hay poca, el proceso se frena. Si huele mal, añade materiales secos (cartón troceado, hojas secas) y remueve para airear. En compostadores abiertos, cubre los restos con tierra o material seco para evitar moscas. Un compost bien aireado y con la humedad correcta huele a tierra de bosque.
Pasos para hacer compost casero
Hacer compost en casa es gratificante. Aunque al principio parezca complicado, se basa en pasos simples. La naturaleza hace el trabajo; tú solo creas las condiciones adecuadas para que todo vaya bien. Con algo de organización y atención, tus restos se convertirán en un recurso valioso.
Desde elegir el lugar hasta recoger el abono listo, cada etapa cuenta. No necesitas ser experto en química o biología; basta con entender lo básico y observar cómo responde tu compost. ¡Vamos a ello!
Elegir el lugar y tipo de compostador
Decide dónde irá el compostador y qué sistema usarás. Si tienes jardín, una pila sobre la tierra en semisombra funciona muy bien. El sitio debe estar al aire libre, con sombra parcial para mantener la humedad y protegido del viento y la lluvia fuerte. Debe ser accesible para añadir restos y remover con comodidad.
Si tu espacio es pequeño (balcón, patio o piso), opta por un compostador modular, un vermicompostador o un cubo Bokashi. Puedes comprar uno o construirlo con palets, madera, tiestos grandes o cubos de plástico. Lo esencial es que drene y permita la entrada de aire. Si no quieres que toque el suelo, eleva el recipiente para evitar que se pudra el fondo.
Preparar la base y estructura del compost
Con el lugar y el sistema elegidos, prepara una base funcional. Si usas un recipiente, sobre todo de plástico, haz agujeros en la base para el drenaje. Para pilas y recipientes, la primera capa debe ser tierra del jardín; aporta microorganismos y da estabilidad.
Encima, coloca una capa de “marrones” gruesos como ramitas, restos de poda, paja o serrín. Esta base seca y aireada facilita el drenaje y la entrada de aire desde abajo, evita compactación y malos olores. Es como poner los cimientos de tu fábrica de abono.

Añadir residuos orgánicos: qué sí y qué no usar
El compostador no es un cubo de basura; sirve para transformar. El éxito depende de elegir bien los restos.
- Sí usar: Peladuras de frutas y verduras, restos de café y té (con filtro de papel), cáscaras de huevo trituradas, restos de poda (césped, hojas secas, ramitas pequeñas), paja, heno, virutas de madera sin tratar, servilletas de papel sin tintas, cartones limpios y sin tintas (troceados).
- No usar: Restos de carne, pescado, productos lácteos, aceites y grasas, alimentos cocinados, heces de animales domésticos (especialmente perros y gatos), plantas enfermas o con plagas, cenizas de carbón, revistas o papeles con tintas de color, filtros de cigarrillos. En Bokashi se pueden incluir casi todos los restos orgánicos, incluso carne y pescado, gracias a la fermentación previa.
Trocea los restos grandes antes de añadirlos. Cuanto más pequeños, más rápido se descomponen.
Equilibrio entre materiales secos y húmedos (relación carbono/nitrógeno)
El buen compost depende del equilibrio entre “marrones” (carbono) y “verdes” (nitrógeno). Suele funcionar bien intercalar capas de húmedos y secos. Una regla general: usar aproximadamente el doble de húmedos que de secos, ajustando según avance el proceso.
Los “verdes” (fruta, verdura, césped fresco) aportan nitrógeno para el crecimiento de los microorganismos. Los “marrones” (hojas secas, ramas, cartón) aportan carbono, su fuente de energía. Si hay demasiado carbono, el proceso se ralentiza; si hay mucho nitrógeno y humedad, aparecen malos olores. Observa y ajusta: si huele mal, añade “marrones”; si está seco, añade “verdes” o un poco de agua.
Mezclar y airear el compost
El compostaje necesita oxígeno. Por eso, mezclar y airear es muy importante. Remueve la pila cada 3 o 4 días, sobre todo al principio. Así entra aire, se mezclan las capas y se reparte mejor la humedad.
Sin oxígeno, surgen bacterias que producen olores desagradables. Al remover, el aire llega a todo el material, la descomposición se acelera y el proceso es limpio. Usa un rastrillo o una horca y llega hasta las capas profundas.
Control de humedad y temperatura
La humedad y la temperatura influyen en la velocidad del proceso. Mantén el compost húmedo como una esponja escurrida. Ni seco, ni empapado.
En climas secos, riega a veces, dejando que el agua llegue a todas las capas. Si está muy húmedo, añade materiales secos. La descomposición genera calor; una pila sana suele alcanzar entre 40°C y 50°C, lo que ayuda a reducir patógenos y semillas de malas hierbas. Remover también ayuda a repartir la temperatura.
Tiempo de descomposición y maduración
El tiempo de descomposición varía según los restos, el tamaño de los trozos, la temperatura, la humedad, la aireación y la frecuencia de volteo. En general, tarda entre cuatro y seis meses en madurar, aunque la primera vez puede alargarse hasta unos 9 meses.
Con una gestión regular, puedes obtener compost cada 2 o 3 meses. Está listo cuando es marrón oscuro o negro, tiene textura suelta y huele a bosque húmedo. Si aún se ven restos sin descomponer, necesita más tiempo o ajustes en el proceso.
Cómo recolectar y usar el compost listo
Cuando el compost está maduro, recógelo. Suele estar en la parte inferior de la pila o del compostador. Retíralo con una pala u horca y separa los trozos aún sin descomponer. En compostadores de varias cámaras, saca el de abajo mientras arriba sigue el proceso.
Úsalo para enriquecer el suelo. Mézclalo con la tierra de macetas, huertos o jardines, o aplícalo en superficie como acolchado (mulch). No sustituye la tierra; la mejora. Es ideal para siembra, trasplantes o para plantas decaídas. No hace falta usar mucho: una capa de pocos centímetros suele bastar.
Errores comunes al hacer compost en casa
Aunque es una práctica sencilla, es fácil cometer fallos que frenan el proceso, generan malos olores o atraen plagas. Conocerlos ayuda a evitarlos y a disfrutar de un compostaje eficaz. Observar y ajustar es la clave para mejorar cada lote.
Si al principio algo no sale bien, no te preocupes. El compostaje es dinámico y necesita atención para mantener el equilibrio. Corrigiendo estos errores, mejorarás rápido.
Exceso o falta de humedad
Si el compost está seco, los microorganismos no trabajan bien y el proceso se ralentiza. La pila se ve polvorienta y no genera calor.
Si está demasiado mojado, falta oxígeno y aparecen bacterias que pudren el material. Esto frena el proceso y provoca malos olores (a podrido o a huevo). Solución: si está seco, riega un poco; si está muy húmedo, añade secos (cartón, hojas secas) y remueve.
Incluir materiales inadecuados
Añadir materiales no aptos causa problemas. Restos de carne, pescado, lácteos y comida con aceites o grasas atraen roedores e insectos y huelen mal.
Tampoco compostes plantas enfermas o con plagas, que podrían contagiar a tus cultivos. Evita heces de mascotas (perros y gatos), cenizas de carbón, papeles con tintas de color y productos químicos. Si dudas, mejor no lo añadas.
Falta de oxígeno y aparición de malos olores
Sin oxígeno, el compost se compacta y el proceso se vuelve lento y maloliente. Se producen gases como metano y sulfuro de hidrógeno, responsables de olores a podrido, amoniaco o huevo.
La solución es airear. Remueve al menos una vez por semana, o cada pocos días. Si está muy compacto, añade materiales gruesos (ramitas, virutas) para crear espacios de aire. Un compost con buen aire y equilibrio huele a tierra fresca.
¿Cuándo y cómo utilizar el compost casero?
Cuando ya tienes tu “oro negro”, toca aplicarlo bien para que las plantas lo aprovechen. El compost mejora el suelo y aporta vida y estructura. Usarlo de forma correcta marca la diferencia en la salud del jardín y del huerto.
El momento y la forma de uso dependen del tipo de planta y del objetivo. Las reglas básicas son simples y te ayudarán a sacar el máximo partido a tu compost casero.
Aplicación en huertos, macetas y jardines
El compost casero sirve para casi cualquier planta. En huertos, úsalo para preparar el terreno antes de sembrar o trasplantar. Extiende una capa de 2 a 5 cm y mézclala ligeramente con la tierra. Mejora la estructura y aporta nutrientes.
En macetas, mezcla 1 parte de compost por 3 o 4 partes de tierra o sustrato universal. Así renuevas un sustrato agotado y das a las plantas lo que necesitan. En jardines establecidos, aplica una capa alrededor de árboles, arbustos y ornamentales, como acolchado o integrándolo suavemente sin dañar raíces.
Cantidad y frecuencia recomendadas
La cantidad depende del estado del suelo y de las necesidades de las plantas. Es mejor aplicar cantidades moderadas de forma regular que mucho de una sola vez. En huertos y parterres, una capa de 2 a 5 cm cada año o cada dos años mantiene la fertilidad. Si el suelo es muy pobre, empieza con algo más y reduce después.
En macetas, añade una capa fina en la superficie cada pocos meses o al inicio de la temporada, o renueva el sustrato mezclándolo con compost una vez al año. Para árboles y arbustos, aplica 5 a 10 cm alrededor de la base (sin tocar el tronco) una vez al año. Observa tus plantas: si muestran carencias, aumenta un poco la cantidad o la frecuencia. El compost actúa de forma suave y continua, y su efecto crece con el tiempo.
Preguntas frecuentes sobre cómo hacer compost casero
Al empezar con el compostaje casero, es normal que surjan dudas. Aunque es un proceso natural, tiene trucos y buenas prácticas. Aquí respondemos preguntas comunes para que mejores tu técnica y resuelvas tus inquietudes.
Desde qué materiales evitar hasta cómo acelerar el proceso, estas respuestas te darán una base sólida para compostar con éxito y sin complicaciones.
¿Cuáles son los residuos orgánicos que nunca deben usarse?
Aunque la mayoría de los materiales biodegradables sirven, hay una lista de “prohibidos” que conviene respetar para evitar plagas, malos olores y patógenos. Los residuos que no debes usar en el compost tradicional son:
- Restos de carne y pescado: Atraen roedores y moscas, huelen fuerte y pueden contener patógenos.
- Productos lácteos y grasas/aceites: Atraen plagas, generan malos olores y pueden enranciarse.
- Alimentos cocinados: Sobre todo con aceites, grasas o carne, por plagas y pudrición.
- Heces de animales domésticos (perros y gatos): Pueden contener patógenos y parásitos. Las de herbívoros (caballos, conejos) sí se pueden usar.
- Plantas enfermas o con plagas: Podrían propagar problemas a tus cultivos.
- Cenizas de carbón o briquetas: Contienen químicos no aptos. Las de leña, en poca cantidad, sí sirven.
- Papel brillante, revistas o impresiones a color: Las tintas pueden tener metales pesados y químicos.
- Pañales desechables y productos de higiene personal: No son biodegradables o contienen residuos no aptos.
El método Bokashi es una excepción con algunos de estos restos, como carne y pescado, por su fermentación sin oxígeno.
¿Cómo acelerar el proceso de compostaje?
Si quieres resultados más rápidos, prueba estas ideas:
- Trocea los materiales: Cuanto más pequeños, más superficie de contacto y más rápida la descomposición.
- Mantén el equilibrio: Ajusta la proporción entre “verdes” (nitrógeno) y “marrones” (carbono).
- Aireación frecuente: Remueve cada 3-4 días para meter oxígeno y mantener una buena temperatura.
- Controla la humedad: Como una esponja escurrida. Riega si hace falta.
- Añade activadores naturales: Un poco de compost maduro, tierra de bosque o estiércol de herbívoros. Los posos de café también ayudan.
- Temperatura: Coloca el compostador donde reciba algo de calor sin secarse en exceso.
- Método Bokashi: Si necesitas rapidez y tienes poco espacio, este método fermenta en unas dos semanas.
¿Es necesario usar aceleradores o productos químicos?
No es necesario usar aceleradores ni químicos para hacer compost en casa. La descomposición ocurre de forma natural con una buena mezcla de restos, humedad y aire.
Los aceleradores comerciales suelen contener microorganismos y nutrientes, pero con equilibrio de materiales, humedad adecuada y aireación regular, el compost avanza bien sin ellos. Añadir un poco de tierra del jardín o compost maduro es un “acelerador” natural y gratis.
Sobre los químicos, la respuesta es no. El objetivo del compostaje casero es obtener un abono natural. Cualquier químico podría contaminar el compost y dañar tus plantas y el entorno.
Confía en el proceso natural, la paciencia y una buena gestión: son tus mejores aliados.
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